Entre 1890 y 1920 se hicieron diferentes pruebas de sistemas cinematográficos en 3D, pero ninguno tuvo éxito por su complejo mecanismo. Los pioneros en esta nueva rama de producción audiovisual del cine fueron, principalmente, William Frieese-Greene, Frederick Eugene Ives, Edwin S. Porter y William E. Waden.
En 1922 llegó el primer largometraje en 3D a las salas comerciales de Los Ángeles. El productor Harry K. Fairall y el camerógrafo Robert F. Elder, utilizaron el método de la doble proyección a partir de dos películas de celuloide, separando la imagen mediante los colores rojo y verde; donde cada color era captado sólo por uno de los ojos, mediante unas gafas con cristales rojo y verde respectivamente. La película The Power of Love no tuvo ningún éxito pero fue el verdadero inicio del interés real por la cinematografía en 3D. Con la caída de Wall Street en 1929, el desarrollo del cine tridimensional se detuvo.
La Alemania nazi ya utilizaba este formato de 3D para el Ministerio de Propaganda de Joseph Goebbels.1
Hubo que esperar hasta 1934. Año en que la Metro Golden Mayer presentó algunos cortos rodados en 3D y que tuvieron bastante éxito. En Europa, Louis Lumière presentó su famoso film Llegada del tren en un cine 3D, vuelta a rodar con una cámara estereoscópica. El cine tridimensional ya se había introducido en la sociedad.
Lo que faltaba, era la llegada del color. Aunque todas las películas en 3D se rodaban en color, el paso a la separación en colores rojo y verde (anaglifo) hacía que los espectadores obtuvieran una imagen en blanco y negro. La llegada de los filtros polarizadores patentados por Polaroid supuso un gran cambio, ya que no solo era posible revelar las películas en color sino que se sustituía el uso de las gafas con cristales de color rojo y verde por otras con filtros polarizados de Polaroid, que permitían ver los colores. El inconveniente de este sistema era que se proyectaba con dos proyectores simultáneamente sobre la misma pantalla, por lo que era difícil mantener la sincronización; cualquier reparación en una de las cintas debía repetirse en la otra. Además requería dos operadores en vez de uno y una pantalla especial, metálica para que mantuviera la polarización, que en una pantalla normal se perdería.
En los años 1960 hubo estrenos ocasionales de películas en 3D, pero fue Arch Oboler quien se encargaría de su nuevo resurgimiento creando el nuevo sistema Space-Vision 3D que imprimía dos imágenes superpuestas en una sola tira de película y que permitía utilizar un único proyector equipado con una lente especial.
En 1970, la marca Stereo-Vision desarrolló otro sistema, en el que las imágenes eran comprimidas una al lado de la otra sobre una misma tira de película de 35 mm y proyectadas mediante una lente anamórfica a través de filtros Polaroid. Con este sistema se eliminaba el peligro de la desincronización.
En la década de los 1980, el formato IMAX supuso un nuevo despegue del cine en 3D, pero no duró mucho tiempo. En los inicios del tercer milenio, el director James Cameron dio nueva vida a este formato con la película Ghosts of the Abyss, el primer largometraje en editarse en formato IMAX 3D en 2003.
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