Para proyectar un plató de televisión hay que tener en cuenta dos variables. Por un lado, el aislamiento del entorno, es decir, evitar interferencias de ruido del exterior. Por otro, la respuesta acústica que tendrá el estudio, esto es, la calidad del sonido que se alcanzará una vez realizados los tratamientos de absorción.
La captación lo más fiel posible, de los diálogos y otras fuentes sonoras, como el público, o los pasos o golpes en una producción de ficción, preocupa cada día más.
Y es lógico, ya que mientras hace unos años el televisor apenas tenia altavoz mono, hoy son muchas las emisiones que se realizan en estéreo y en el caso de plataformas digitales, en Dolby Surround y 5.1, siendo recibidas en los hogares del espectador en equipos estéreo o home-cinema.
Aunque con una ecualización adecuada y el uso de terminados filtros hoy en día es posible eliminar molestas interferencias, reverberaciones o ecos, lo adecuado es conseguir acondicionar un estudio mediante un tratamiento acústico que, de forma correcta, facilite bastante las cosas a los ingenieros de sonido.
La acústica de un estudio debe ser uniforme, o, si se requiere, con respuesta específica dependiendo de las zonas determinadas (gradas, público, etc…). La reverberación debe ser baja, aunque es bueno que exista un mínimo por aquello de la naturalidad. El sonido será directo, bien balanceado, con reflexiones a bajo nivel uniformemente difusas.
El uso de materiales absorbentes y aislantes es importante para obtener los parámetros deseados.
Un completo estudio previo al tratamiento acústico, y posterior a las actuaciones tomadas, debe analizar el nivel de transmisión de ruido aéreo, impacto y vibraciones, así como medir el aislamiento y acondicionamiento acústico, la calidad y, por último, el análisis espectral y temporal de cada tipo de ruido.
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